martes, 13 de enero de 2009

Enrique de Ossó



El Beato Ossó estaba enamorado de su sacerdocio y de él sacaba la fuerza necesaria para llevar a cabo las enormes empresas que en sólo medio siglo realizó.



El Señor permitió que le visitara la tribulación, y la más difícil, que es la que viene de los de casa: de parte de un convento de Carmelitas Descalzas, que él mismo había levantado, y de la división de espíritus de su misma Compañía.



Soportó las dos adversidades con gran fortaleza. Jamás se le oyó el mínimo lamento. Lo que hizo fue entregarse más denodadamente a las obras de apostolado. Su ejemplar actitud sorprendió y convenció a sus mismos enemigos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario